lunes, 20 de septiembre de 2010

José Antonio Labordeta. Un hombre íntegro

Ayer moría un hombre íntegro. Al margen de cualquier otra cuestión, creo que Labordeta, consiguió ganarse el respeto de todos. Molesto para unos. Claro para otros. Luchador para todos.
La vida de los grandes se labra con pequeños detalles. Yo que disfruté con él en los tiempos en que su escenario era el "cine de don Eliseo", volví a encontrarlo años después cuando se había convertido en ese señor que recorría España metiéndola en pequeños retazos en su mochila.
Me creo en la obligación de contar una pequeñísima cosa, que por pequeña ayuda a conocer una parte de su personalidad: la integridad.
Trabajaba yo en la empresa Jefeda y Tomás Moreno me llamó para decirme que al día siguiente estaría con José Antonio Labordeta en Arnedo. Preparaba en esos días su grabación por esta parte de La Rioja. Quería que viese una fábrica que se distinguia por la calidad de sus botas de montaña. Y allí se presntaron al día siguiente, Labordeta y Tomás.
Yo tenía la ilusión de que mi empresa le regalara unas botas. Las más humildes porque era del tipo que dijo que utilizaba. Nos hubiesemos sentido honrados la empresa y yo. Se las ofrecí repetidamente y le aseguré que nos sentiríamos halagados por saber que nuestras botas pisaban los caminos que recorría.
Fue la integridad, sin duda, la causante de que José Antonio saliera de la visita agradecido por lo conocido pero con las mismas "abarcas" con las que entró.
Me siento tu amigo. El más pequeño, pero tu amigo.
Descansa en paz, amigo.

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